Cheo, Gabo y Sonia; o el recuerdo de un jueves santo

(Por Alexis Méndez)
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@alexis_mendez

Esa mañana desperté con mis fetiches. Esperaba que como cada jueves de la semana mayor lloviera, al tiempo que chantajeaba a mi abuela, recordándole que las Habichuelas con Dulce le daban magia al día. Todo lo imaginaba como cada año, hasta que las redes sociales me cambiaron el panorama, anunciando el trágico accidente de Cheo Feliciano.

Aquel 17 de abril fue diferente y doloroso. Cheo tenía más admiradores de los que yo suponía, lo que se manifestó en tristeza colectiva en toda América Latina y más allá.
A pesar del asueto, tocaba reunirme con Alex (Quezada) para encaminar un proceso creativo pendiente; pero eso tuvo que esperar, pues había que planificar un homenaje póstumo con las canciones del más romántico de los soneros y el más sonero de los románticos. Ya Julio (Virdes) había llamado para preguntar si era cierto todo lo que leía en Facebook, y la radio no paraba de tocar temas como “Amada mía”, “Juguete” y “Mi triste problema”.

A la partida de Cheo se le unió otro gran y querido viajero. La televisión terminaba de arruinarnos, anunciando que perdimos a Gabriel García Márquez. Entonces si se puso gris el cielo, no sé si de alegría porque recibía a dos caribeños tatuados entre los afectos de la mayoría, o porque la tierra perdía a dos grandes iconos contemporáneos, del canto y la literatura…contadores de historias y del sentir de una región.

Con almas impactadas, llenas del vacío, finalizamos la jornada. Entonces acudimos a un nuevo monitoreo de la Web, la que vimos repleta de post de canciones de una de las grandes intérpretes dominicanas de todos los tiempos, y una frase que corría como pólvora: La tarde está llorando y es por ti. ¡Mierda, también falleció Sonia!, dije molesto y lleno de pecado. Julio volvió a llamar, Alex volvió a sintonizar la radio, la que tocaba el tema del  referido estribillo, una de las tantas baladas que inmortalizó a Sonia Silvestre: Por qué llora la tarde.



Aquel jueves terminó con un respiro ante tan extendido ahogamiento. Lo de Sonia fue un rumor, y al enterarnos sacamos momentánea sonrisa, a pesar de que esta permanecía en estado de gravedad. Ya para el viernes todo estaba listos para entrar en Cabina el domingo, con un especial del cantante de Ponce y algunos audios del escritor de Aracataca, en los que enfatizaba las vinculaciones entre sus textos y la música. Llevábamos una loca consigna que mezclaba el título de una salsa que Tite Curet hizo para Cheo Feliciano y el fragmento inicial de la novela 100 años de soledad: Sobre una tumba humilde, el Coronel Aureliano Buendía había de recordar aquella tarde remota en que su padre lo llevó a conocer el hielo.

Finalmente, el especial de radio tuvo sus modificaciones, pues el desenlace de Sonia Silvestre en esta vida llegó el sábado santo.      

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