Carta a José Antonio Molina.
Distinguido y apreciado Maestro:
Desde ayer en la mañana se han reproducido por diferentes periódicos, unas supuestas declaraciones suyas, las cuales han sido centro de debates. De estas puedo decir que pretenden convertirlo en cobaya de élites, escudo de esos que se
autodenominan cultos bajo el alegato de que nada de lo que esté fuera del círculo de
los llamados clásicos de la música, la literatura y las artes visuales, puede
llamarse cultura.
No puedo asegurar que usted sea parte
de una de esas élites; y hasta que realmente me demuestre lo
contrario, prefiero creer que es diferente, y recordarlo como en ocasiones: muy
animador del público mientras dirige, y hasta moviendo su cuerpo al compás de
algún tema del repertorio popular dominicano. También prefiero tatuar en mi
memoria algunos episodios de la serie de presentaciones “Pavarotti &
Friends”, en las que le tocó ser batuta, acompañando al legendario tenor
Luciano Pavarotti, junto a figuras de diferentes estilos, entre ellos algunos que tienen la misma raíz de ese que, según la muy aplaudida nota de prensa,
usted llama “veneno de la sociedad”.
Dicen que usted dijo “que el
reguetón y otros ritmos similares son un reflejo del deterioro que en un
momento determinado sufre una sociedad”. En eso estamos de acuerdo, y aquí me
quiero detener con la siguiente extensa
pregunta o ejercicio imaginario: ¿Qué hubiese sucedido si a usted no le tocara
ser el hijo de dos grandes figuras del arte dominicano, tal vez descendiente de
una madre soltera de un barrio marginado donde alimentarse sería una dicha y no
un derecho, donde alcanzar la educación media florecería como una proeza, sin
escuelas de música, ni de ninguna disciplina artística, donde los únicos ídolos
que usted construiría serían esos personajes que consiguen dinero sin importar
el medio, y sin oportunidad de hacerlo por la vía legal? A lo mejor sería la
misma figura, pero la ley del promedio ahoga mi optimismo.
En
lo que no puede estar de acuerdo, si es cierto que lo dijo, es en eso de que “aclaró
que nadie puede llamar a eso música en el buen sentido de la palabra”. Vuelvo a
detenerme, esta vez en la definición elemental de la música- y que muchos repetimos
como cotorras- pues en esas propuestas se combinan sonidos y silencios con el
tiempo; pero además es fácil identificar ritmo (como dicen que usted llamó al
reguetón), melodía y armonía. Que esos elementos no cuenten con la complejidad
y el nivel de estética de la música académica y de otras músicas populares, es
otro tema en el que entran en juego la falta de formación de esos intérpretes,
la mayoría autores de las letras que cantan, las que hablan de su día a día.
Ojala
quiera y pueda salirse de ese circo mediático en el que pretenden constituirlo
en primer payaso, y pueda usted ser ente propositivo, creador de proyectos que
generen procesos que impacten la realidad de esos jóvenes. Vale más enseñarles aquello que nunca han conocido, y que muchos les restriegan como debilidad. Que bueno sería interactuar con ellos, de alguna manera educarlos. Y
sobretodo, sería formidable enseñarles que cada quien tiene derecho a involucrarse en el género
musical que le gusta, o en el que mejor se puede expresar, pero debe aprender a
respetar el resto.
No
permita que la frase “lo dijo Molina” sea usada como puñal. Le invito a hacer
uso del estatus y moral bien ganada que ostenta. Quizás desde su dirección de
la Orquesta Sinfónica Nacional, puedan surgir ideas nuevas, o la reproducción de modelos
que ya están establecidos y que con voluntad, como requisito primario, pueden
encaminarse.
Saludos
cordiales,
Alexis Méndez
programamusicamaestro@yahoo.es
@alexis_mendez
- VER DECLARACIONES DE JOSE ANTONIO MOLINA AQUI.
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