Aniversario de TELEMICRO contado por un televidente.
(Por Alex Quezada)
alexquezada1@gmail.com
Tras una
expectativa y publicidad generada durante cerca de tres meses, llegó el
concierto aniversario del Grupo
Telemicro, el sábado 26 de julio en el Centro Olímpico de Santo Domingo, el
cual reuniría a diversos exponentes de la música.
Un apagón me impidió ver el comienzo; pero los comentarios que me llegaron dan cuenta de que la salsa
se encargó de la apertura, así como lo hizo de la clausura, teniendo doble rol
protagónico. Me cuenta que en el primer acto la Chiquito Team Band ensamblada como el grupo que acompañó a varias
figuras locales del género, teniendo la misión de romper el tedio de la espera,
desafiando la alta temperatura de la tarde.
Lo que si
pude ver fue el desempeño en torno al merengue, bajo la dirección del maestro Dioni Fernández. El género dominicano salió
airoso al aprovechar aquella plataforma multimedia para proyectarse una vez más
junto al colorido despliegue de innovadores recursos técnicos puestos en
escena. Imponente y con toda su experiencia frente a las masas, Wilfrido Vargas tuvo la responsabilidad
de iniciar, entregando un medley de temas, varios de los cuales con edades que
igualaban o superaban a muchos de los presentes, más eso no fue obstáculo para
su disfrute, pues los mismos ya son parte indeleble del cancionero
nacional.
Promediando
entre tres y cinco temas, de igual manera y sin contratiempo desfilaron las
actuaciones de Milly Quezada, Kinito
Méndez, Bonny Cepeda, Sergio Vargas, Fefita La Grande, Héctor Acosta, Miriam
Cruz y Fernando Villalona. Mientras las pantallas desplegaban frases como “Somos Alegría”
y “Somos
Dominicanos”.
En este
bloque vale destacar algunos puntos como la participación de Miguelito, el hijo
de Milly, que si bien tiene manejo escénico en dúo junto a su madre, debió
buscar tiempo para vestirse a la altura de aquel evento, pues como la historia
se hace cada día, no sabemos cuando pueda volver a un escenario como ese y una
buena foto sería un buen recuerdo. Por su parte, Sergio continuó intercalando
temas de autores clásicos, como en esta ocasión, de Luís Kallaf o José Alfredo
Jiménez; Kinito Méndez y Miriam Cruz serian los únicos en exponer temas nuevos;
Bonny y su hermano Richie lucieron frescos con sus temas remozados; Fefita, como siempre, coqueteó y exhibió su
personalidad, esta vez sin su acordeón al pecho; mientras Fernandito, bandera
en mano, se apoyó en ese recurso para tocar sensibles fibras en un gesto que
siempre funciona bien y más aún cuando la producción despliega una gran bandera
para cerrar el bloque, tras un derroche de euforia, algarabía y adrenalina de
los asistentes, algo que se desplomó en el acto siguiente.
Ciertamente
con el apagado del escenario principal, la sombra le hizo una mala jugada a la
llamada propuesta urbana, pues sin músicos ejecutando instrumentos y solo
apoyados en una secuencia o pista sobre la cual intervienen los vocalistas y
sus coros, el acto no logró igualar el entusiasmo y colorido previamente
vistos. Exponentes como La Nueva
Escuela, Vakeró, Poeta Callejero, El Mayor, Mozart La Para, Chimbala y Don Miguelo, sin ningún recurso visual
más que sus bailarines, lucieron minimizados ante aquel escenario. Si bien los
primeros se ufanaron de la ‘higiene’
de sus letras, Vakeró, en un gesto previsible, besaría en tarima a su
novia-bailarina. Esto es a lo que llamo su síndrome de Dr. Frankentein, pues a
este le fascina crear monstruos que después lo destruirán.
El resto
transcurrió en una rutina sin novedad; El Mayor, con excesivo amaneramiento,
Mozart, con su fría entrada y vestuario conservador no generó mayor atractivo;
Chimbala, ignorado y fugaz; y Don Miguelo, viniendo de una actuación
internacional junto a Pitbull la semana pasada, pudo merecer mejor producción,
pero todo quedó en un opaco relleno. Podría parecer un exceso, pero considero
que a este grupo no le caería mal ver algunos montajes de grupos como
Parliament, Pink Floyd o Pet Shop Boys, para que tomen algunos tips.
Seguiría Raulin Rodríguez, esta vez sin su
guitarra habitual; con un mejor tratamiento, propio de su estatura y reputación
como una de las principales figuras de la bachata. Con su aparición junto a su
grupo, el escenario retomó su esplendor y colorido. El despliegue visual volvió
a exhibir agilidad y dinamismo, pese al pésimo baile del artista que urge de
par de lecciones para mejorar su desempeño escénico, limitación que también le
observamos en la pasada entrega de premios Soberano.
Aún
faltaba el bloque final de Salsa con la figura de Marc Anthony como el gran atractivo de la noche, pero antes de este
vendrían las decisiones que han generado controversias entre quienes seguimos
el concierto por televisión para apreciar mejor los detalles visuales; Las
palabras del Sr. Juan Ramón Gómez Díaz, seguidas por el extenso despliegue de
fuegos artificiales (con el tema de Mortal
Kombat incluido) y luego el salsero boricua, impecablemente vestido de
negro subiría a escena para ejecutar solo dos temas en pantalla (Dímelo y Valió la pena), y tras estos el súbito final.
De
inmediato especulamos que la fiesta seguiría en el Estadio, que el resto sería
transmitido en otra ocasión, preferiblemente la navidad, para así la planta
televisora no agotar todas sus municiones en una sola noche, lo cual
consideramos muy válido en momentos de competencia.
Pero al
correr las horas, la duda fue despejada por fuentes seguras que apuntaron que
las negociaciones con el intérprete de “Vivir mi vida”, señalaba que solo se
podían transmitir dos canciones.
Finalmente
me sorprendió como algunos veteranos periodistas tomaron las redes sociales
para expresarse sobre lo que han llamado un irrespeto al público televidente,
dando muestra de su desconocimiento sobre el negocio televisivo en los últimos
tiempos.
Felicidades al Grupo Telemicro.
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