Amanecer en Santiago

(Por Alexis Méndez)
Que maravilloso fue despertar bajo aquel cielo gris, que aguantaba al Sol y a la vez fue benévolo al impedir torrenciales (por lo menos allí…y ese día). Fue fascinante desayunar a la vera de un ventanal que te ofrecía un paisaje urbano, de azoteas mojadas y el monumento en el fondo, recordándome que amanecí en Santiago de los Caballeros.


Y en mi mente retumbaba la melodía del merengue de 4-40, versión del “Bayamo en Coche” de Son 14, que nos remueve el amor hacia la ciudad de los 30 Caballeros. Pero mi canto violaba versos, pues no quería estar en “Santiago de Noche y pasear por el parque en un Coche”, sino situarme, sin que el tiempo corra, en el momento que viví: Caminando por las calles estrechas del centro, por donde pasaban hermosas mujeres que iban a cumplir con sus empleos, donde el olor del café campesino tenía una extensión entre los símbolos de la modernidad, donde a cada momento me encontraba con la frase “buenos días” que junto a un rostro amable convivía en cada ciudadano, donde mucha gente es poca, si provienes del jolgorio matinal capitalino.
Son imágenes que traen recuerdos de mi niñez, donde las vacaciones de verano eran cortas junto a mis familiares en el barrio “Simón Bolivar”. Son momentos que mantienen vivo el amor que siento por el pueblo que me vio nacer y casi al mismo tiempo me vio partir.
Sin importar mi destino final en el día, pienso que las mañanas de Santiago son las mejores, pues allí mis sentidos codifican el néctar de los mejores intereses de la identidad. No en vano es llamada “La ciudad Corazón”, pues sin sus rasgos moriría la Dominicanidad.

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