Como muchos dominicanos, dentro y fuera del país, trato de sacar tiempo, aunque lo tenga escaso, para escuchar el programa radial El mismo golpe con Jochy (Sol, 196.5 FM) del comunicador Jochy Santos. Como muchos, estoy convencido, por experiencia, que este espacio proporciona cambios en el agotador estado de ánimo que a las 5:00 debe tener un hombre y una mujer insertado a la productividad, alivianando las labores del la oficina, si aún está en ella, o entreteniendo tu existencia entre los odiosos tapones que forman el tráfico de automóviles.
Una temática ligera, unida a una producción radial acabada, en la que el entretenimiento, la información y la educación viven confundidos, han hecho que Jochy y su espacio hoy sean marcas registradas. Y es que este hombre, ha sabido combinar sus experiencias en los medios con sus orígenes, lo que conecta sin tapujos en todo el que lo escucha.
Con todo lo mencionado, me atrevo a asegurar que su peso en esta sociedad lo que lo ha convertido en resorte hacia el éxito de artistas de la música y temas musicales, sin pretender encasillar su espacio como musical. Escuchando como todo el que quiere promocionar su carrera musical en el país, ya sea nativo o extranjero, pasa por su cabina de radio, me llegan a la memoria dos imágenes.
La primera me lleva a la mitología griega que cuenta la historia de Midas, rey de Frigia, al que Dioniso, por su hospitalidad con Sileno, le otorgó el poder de convertir en oro todo cuanto tocara.
La otra imagen es del patio, y recrea aquellos años dorados del programa de televisión “El Show del Mediodía”, cuando los comediantes, más que hacer reír al espectador, buscaban que lo haga Freddy Beras Goico, lo que significaba una carta de triunfo. En esa época, Freddy ya tenía la imagen que aún ostenta, con la que incide en la sociedad, como también lo está haciendo Santos de manera categórica.
Así, como la acción del Rey Midas, o la risa de Freddy, la palabra de Jochy es ley para que un tema musical, o un intérprete alcancen el éxito. Es un logro que anhelaría cualquier locutor musical o director payolero, pero que, para beneficio de los actores de la música popular, ha recaído en un medio y una figura que han mostrado seriedad a lo largo del tiempo.
Y estoy totalmente seguro de que el popular animador está conciente de su incidencia, pues advierto bondad en algunos casos, cuya calidad son deplorables. Quizás lo hace porque está conciente de que esas propuestas son las que prefiere el pueblo, o simplemente porque es un hombre sin malacia.

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