Tinta acerca de la tinta. Un café colombiano para leer el libro Salsa desde mi balcón
Por: Héctor Iván
Vanegas Cifuentes – Sociólogo - UNAULA
Muchas podrían ser las maneras de introducir este
escrito dedicado al libro “Salsa Desde Mi Balcón” del escritor
Alexis Méndez; pero ninguna podría describir la felicidad que da para un lector
foráneo a la República Dominicana tener entre sus manos el anhelado texto; el
mismo que por fin permita sentarse en el balcón antiqueño, acompañado de un
cafecito colombiano para iniciar la lectura voraz que invite a descubrir de la
mano literaria de un experto, los aportes que una cultura tan rica y diversa
como la dominicana pueda regalar a un desapercibido lector que desea descubrir
lo básico, bello y divertido de dos ritmos que se meten más allá de la piel
como lo son la salsa y el merengue.
Sociológicamente, lo primero que encuentro en esta
lectura, es sin lugar a dudas, su amplia visión antropológica, política y
urbana para reconocer al barrio popular, quizá marginal de toda nuestra América
Latina, como la célula primaria, convertida por nuestros dirigentes en
exponente máximo de inequidad.
Posteriormente, advierto que Alexis identifica el son cubano como la
base esencial de la salsa, el ritmo madre, con el que se cohesionan los
distintos géneros musicales que se interpretan en el Caribe y con los que viajan
altivamente los migrantes hacia Estados Unidos. Estos son latinos que en Nueva
York encuentran una agreste y vigorosa capital del mundo que le da la
oportunidad a que una comunidad marginada y alejada de sus tierras, producto de
su necesidad, descubra en la música un motivo perfecto para ratificar identidad y relación común que nos une en un
mismo ritmo, en un solo lenguaje: la salsa. Es un lugar válido donde los sones
del tambor África, los sonidos de vientos amerindios unidos a los cánticos de
felicidad que en medio de la marginalidad, hallan la cédula de ciudadanía
perfecta para lograr unirnos como Simón Bolívar lo soñó.
El libro Salsa desde Mi Balcón, me lleva a recordar los
esfuerzos que escritores y literatos han hecho para hacernos entender la
importancia del legado que España nos ha dejado con la lengua castellana, la
misma que nos permite a los hispanos en la distancia, o en el exilio para
muchos, estrechar lazos, romper vanidades y diferencias etnográficas
radicalizadas en cada país para construir una identidad que nos ratifica como
un continente negro, amerindio que busca espacios en medio de los "todopoderosos" países desarrollados que nos sacuden en la exclusión, que nos someten las corruptas élites que dirige América latina.
Analizo este pensamiento en comparación con Medellín
donde, al igual que en Santo Domingo la exclusión, migración, pobreza, barrio,
música y marginalidad hacen parte de nuestros males comunes. Surgen interpretaciones
en medio de la marginalidad, donde la capital de Antioquia ha sido la ciudad embrionaria de
una de las células más severas, el narcotráfico que ha marcado la pauta sobre
el modus operandi, una sangrienta y rentable actividad criminal para el mundo.
Los pueblos acorralados por la sangre y la exclusión
buscan el arte como refugios para soportar el amargo sabor de la
descomposición social. La música salsa y el merengue representaron un bálsamo
para nuestro territorio en un momento clave en que en los barrios buscábamos
soportar la violencia, y nos uníamos en el dolor y la tragedia.
Las comunidades empobrecidas que pagaron el tributo con
la sangre y muerte, en especial de su juventud, producto de las mafias que
manipulaban y corrompían todo a su paso, y donde no se salvó de la corrupción
ninguna institución social como la familia o el Estado, se quedaron huérfanas y
hurgaron en algunos géneros musicales para cantar el alivio a la amargura que
deja la marginalidad y la tragedia. Canciones salseras como sobre una tumba humilde de Cheo
Feliciano, o la Cuna Blanca de Raphy Leavit y La Selecta servían para enterrar entre sollozos y llanto a nuestros jóvenes. Ahora bien,
para evocar el desplazamiento forzado, llegaron canciones como la que dice, “se
marcharon los Rodríguez/ no se sabe para donde... Estas son muestras de ese cancionero que arropó la ciudad.
El merengue no se queda atrás. Temas como Una
fotografía de Bonny Cepeda, eran la remembranza del amor que
partió y que a su vez recordaba al familiar perdido. Otra que se acogió con
gran cariño fue Ojalá que llueva café en el campo de Juan Luís Guerra, la cual enterneció al campesino que veía como el
narcotráfico se apropiaba de las mejores tierras expulsándolos hacia la
marginalidad de las ciudades.
Culturas como Medellín, a través de la tragedia acogen
esos ritmos, los universaliza entre su población y rompen la barrera de la
exclusión social. En su apertura a esas clases convergente, unida por la
tragedia, un día la salsa y el merengue llegaron a replantear esas viejas
relaciones de exclusión y rechazo.
Estas similitudes son sin duda un objeto de análisis e
investigación propios de la creación de un futuro trabajo literario. El Libro
Salsa desde Mi Balcón permite, desde mi
óptica multicultural, asociar el fenómeno presentado en Nueva York en torno a la salsa, y los usos
del lenguaje y las identidades latinas, con nuestra cruda realidad padecida a
raíz del narcotráfico en nuestro país.
Otro tema de análisis que me interrogó a raíz de la
investigación que realizó mi hermano Alexis Méndez, se deriva de su narración
sobre el fuerte posicionamiento comercial y decidido del merengue desde los
años 70, en el cual Wilfrido Vargas y las orquestas que de él se derivaron,
como Los Hijos del Rey, marcaron la pauta de los éxitos musicales. De esta
última agrupación, llama la atención el
entramado de litigios jurídicos por intereses comerciales y de derechos
entorno a este género musical.
Resulta asombroso para un lector de lejanas tierras,
encontrar como el merengue del los 70 encarna disputas por
cantantes, nombres de orquestas, sellos disqueros y demás protagonismos. Todo este capítulo terminó generando interrogantes,
dejando un sabor amargo sobre su origen y sobre todo sembrando incertidumbres a un lector ajeno a esta realidad. Lo primero que puede preguntarse es
si estos conflicto abonaron en el
merengue el inicio de esa caída en el ámbito internacional y del escenario
discográfico mundial.
Cuándo los movimientos políticos, sociales, musicales
entre otros tienen episodios virulentos, no puede esperarse de ellos el surgimiento
de nuevos líderes o dirigentes que fortalezcan y mantengan sus causas.
Propondría a nuestro escritor Alexis, como creador del
libro Salsa desde Mi Balcón, ampliar la investigación para establecer si el origen disputado de los derechos de los recaudos del
merengue en el entorno de Los Hijos del Rey, impidieron que se abrieran democráticamente las puertas a nuevos músicos
y agrupaciones, lo que en el corto tiempo cerró el proceso musical y privaron
al mundo melómano que pudiera disfrutar de este hermoso género musical de una
manera más continua y prolongada en el tiempo.
Imposible pasar por alto algo que en estas tierras cafeteras fue
considerado toda una Innovación para el género literario de la música. Por
primera vez, vemos incorporado a un libro y para nuestro orgullo proveniente de
República Dominicana, de la ingeniosa creatividad de Alexis, la idea de vincular
el papel con lo digital por medio del Código de Respuesta Rápida (QR) para
enlazar al lector con la música de la cual hace referencia en su libro, permitiendo consultarla en el acto a través de YouTube.
En adelante podrán escribirse nuevos libros sobre música que diviertan e
ilustren al lector con la rapidez que facilitan los enlaces de la
conectividad a Internet. Con esta técnica se siembra la necesidad de capacitar
en esta tecnología a inquietos escritores y se abre un horizonte que reconcilia
al papel, la tinta y el Internet que tanto discrepan entre sí.
Una última recomendación para Alexis y que se la
presenté personalmente, la cual acogió y se comprometió a tenerla en cuenta para
la próxima edición de su libro, la encontré en la parte final, en la sección donde
en una tabla enumera 100 álbumes esenciales de la salsa que entraron con fuerza
en la Republica Dominicana. Voluntariosamente optó por presentar estos álbumes
mediante un listado alfabético, aunque aparce una columna que refiere el año de cada trabajo; sin embargo, le sugerimos plantearlo cronológicamente, así,
el lector podría identificar por décadas qué autores, compositores u orquestas
entraron progresivamente en este ámbito musical.
Nosotros los colombianos podríamos identificar cuál fue
la primera agrupación que entró a la República Dominicana, con qué tema y en
qué fecha va para así progresivamente tener la proyección en el tiempo y el análisis
de nuestros grupos y músicos, entre los que se destaca el Grupo Niche.
Visto así, será una herramienta más práctica de
análisis e investigación que aporta Salsa Desde mi Balcón para que futuras investigaciones y trabajos literarios puedan apoyarse en sus esfuerzos.
Aprovecho nuevamente para felicitar el trabajo de
Alexis Méndez, exaltar su narrativa clara, didáctica, y nuevamente invitarlo para
que ese trabajo intercultural que empezó a realizar entre Colombia y República
Dominicana se convierta en literatura fluida, que utilice las redes sociales porque hay mucho que aprender entre ambas
naciones a nivel cultural y musical. Nosotros, los hijos de la exclusión de
América Latina debemos encontrar en los vínculos que nos unen la manera de
romper con la marginalidad a la que detreminadas clases sociales y élites gubernamentales nos
han sometido.
Puedes leer otras cconsideraciones en torno al libro Salsa desde mi balcón. Entra AQUI
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