*Un concierto donde el merengue fue el rey, con 75 % de las interpretaciones en este ritmo.
*La ausencia, casi en su totalidad, de los merengues lentos, lo que hizo que el público se mantenga la mayor parte del concierto de pies y bailando.
*Equilibrio en el repertorio, en cuanto a nuevas y viejos temas.
*Un público entusiasta, que desde temprano en la tarde, se mantuvo animando con las famosas olas humanas.
*A Maridalia Hernández pasearse por todo lo largo y ancho de la grada oeste del Estadio. Al final, me incomodé mucho, pues su pasarela se efectuó en momentos en que Juan Luís externaba una palabras, las que no escuché gracias a la bulla que el público hizo al ver a la cantante pasar por ahí.
*Un chico ofrecer matrimonio a su novia en medio de la canción “Solo tengo ojos para ti” y entregarle un anillo de compromiso…y al tigueraje gritando, “besos, besos”.
*Pocos baños móviles y los del Estadio cerrados. Hacer pipí fue peor que cruzar el Niágara en bicicleta.
*La hermosa guitarra de Juan Luís con la bandera dominicana.
*A Juan Luís cada vez más suelto: Bailando, riendo y haciendo solos de guitarra (cual Erick Clapton criollo).
*Un espectáculo visual impresionante.
*Un sonido que inició lánguido, pero que después de unos cuantos temas se mostró efectivo.
*La participación de los percusionistas de la banda, que estuvo fuera de serie.
*Un artista...más que consagrado.

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