Visitando Altares
A propósito de que el 2011 ha sido declarado por la Asamblea General de las Naciones Unidas como el “Año Internacional de la Afro descendencia”, mediante la resolución 64/169 “Con miras a fortalecer la cooperación regional e internacional en beneficio de los afrodescendientes en relación con el goce pleno de sus derechos económicos, culturales, sociales, civiles y políticos, su participación e integración en todos los aspectos políticos, económicos, sociales y culturales de la sociedad, y la promoción de un mayor conocimiento y respeto de la diversidad de su herencia y su cultura”.
Paul Austerlitz y su Quinteto & la Cofradía de los Congos de Mata de los Indios, han querido aportar un granito de arena dentro del gran abanico de actividades que celebran la afrodescendencia y realizar “Visitando Altares”, decir popular, usado para significar las visitas a lugares múltiples.
Estas presentaciones tienen como objetivo llevar las fusiones de jazz con ritmos dominicanos y haitianos (música afro-descendiente) como el pri-pri, los palos, el merengue, el gaga y el balsie, a lugares donde tradicionalmente éstas fusiones no llegan, es por ello que Paul Austerlitz y su quinteto, compartirán éstos ritmos en barrios, comunidades, pueblos; en sus calles; centros culturales, entre otros espacios, donde la gente común del pueblo, que no siempre tiene asequible los conciertos de jazz, pueda entrar en contacto con los aires de libertad y reexaltación de la negritud que le trae el jazz, ésta vez, fusionado con su propia música.
Fruto de sus investigaciones, Austerlitz, doctorado en etnomusicología, reseñó tanto en su libro “Merengue: música e identidad dominicana, como en la conferencia que departió recientemente en el IV Congreso de Música del Caribe, dijo que: “A medida que más investigaba la cultura dominicana, más entendí que aunque este es un país afro-americano, mucha gente aquí prefiere desligarse de sus herencias afro”.
También “encontró que muchos dominicanos burgueses consideraban al jazz como una manifestación cosmopolita y un marcador de estatus social”.
Siendo los orígenes del Jazz totalmente diferente: “el jazz, siendo una música sincrética norteamericana, comparte tantas influencias de música clásica europea como de la africana. Procediendo de la cultura afro-norteamericana, el jazz representa una alternativa a la cultura anglo-sajona y dominante en los EEUU”.
Estos conciertos serán dedicados al fenecido, saxofonista y virtuoso dominicano, afrodescendiente Mario Rivera, a quienes Paul Austerlitz y otros investigadores, señalan que fue el primer músico dominicano en fusionar jazz con palos (instrumento de herencia africana). El Maestro Mario trabajó por más de cuarenta años en la ciudad de Nueva York y desarrollo una intensa vida artística donde subía a escenario con glorias como Tito Puentes y Dizzy Gillespie, entre otros. Ejecutante de más de 24instrumentos musicales, dentro de ellos la tambora, de la que dijo: “que la tambora tiene posibilidades de ser un instrumento virtuoso, como las congas y los timbales”.
En una entrevista que tuvo con Austerlitz le dijo: que el conoció los palos cuando era niño: su abuela fue servidora de misterios que trabajaba con Metresilí, y en pocos años, Mario asistiría a fiestas de misterios: “Mi abuela fue curandera quien preparaba medicinas tradicionales. Trajeron esta santa, la Dolorita ”. “Las procesiones yo la veía cuando fui un niño. En ocasiones fuimos y amanecimos en ceremonias y ellos cantaban y tocaban palos”.
Paul Austerlitz y su Quinteto & la Cofradía de los Congos de Mata de los Indios, han querido aportar un granito de arena dentro del gran abanico de actividades que celebran la afrodescendencia y realizar “Visitando Altares”, decir popular, usado para significar las visitas a lugares múltiples.
Estas presentaciones tienen como objetivo llevar las fusiones de jazz con ritmos dominicanos y haitianos (música afro-descendiente) como el pri-pri, los palos, el merengue, el gaga y el balsie, a lugares donde tradicionalmente éstas fusiones no llegan, es por ello que Paul Austerlitz y su quinteto, compartirán éstos ritmos en barrios, comunidades, pueblos; en sus calles; centros culturales, entre otros espacios, donde la gente común del pueblo, que no siempre tiene asequible los conciertos de jazz, pueda entrar en contacto con los aires de libertad y reexaltación de la negritud que le trae el jazz, ésta vez, fusionado con su propia música.
Fruto de sus investigaciones, Austerlitz, doctorado en etnomusicología, reseñó tanto en su libro “Merengue: música e identidad dominicana, como en la conferencia que departió recientemente en el IV Congreso de Música del Caribe, dijo que: “A medida que más investigaba la cultura dominicana, más entendí que aunque este es un país afro-americano, mucha gente aquí prefiere desligarse de sus herencias afro”.
También “encontró que muchos dominicanos burgueses consideraban al jazz como una manifestación cosmopolita y un marcador de estatus social”.
Siendo los orígenes del Jazz totalmente diferente: “el jazz, siendo una música sincrética norteamericana, comparte tantas influencias de música clásica europea como de la africana. Procediendo de la cultura afro-norteamericana, el jazz representa una alternativa a la cultura anglo-sajona y dominante en los EEUU”.
Estos conciertos serán dedicados al fenecido, saxofonista y virtuoso dominicano, afrodescendiente Mario Rivera, a quienes Paul Austerlitz y otros investigadores, señalan que fue el primer músico dominicano en fusionar jazz con palos (instrumento de herencia africana). El Maestro Mario trabajó por más de cuarenta años en la ciudad de Nueva York y desarrollo una intensa vida artística donde subía a escenario con glorias como Tito Puentes y Dizzy Gillespie, entre otros. Ejecutante de más de 24instrumentos musicales, dentro de ellos la tambora, de la que dijo: “que la tambora tiene posibilidades de ser un instrumento virtuoso, como las congas y los timbales”.
En una entrevista que tuvo con Austerlitz le dijo: que el conoció los palos cuando era niño: su abuela fue servidora de misterios que trabajaba con Metresilí, y en pocos años, Mario asistiría a fiestas de misterios: “Mi abuela fue curandera quien preparaba medicinas tradicionales. Trajeron esta santa, la Dolorita ”. “Las procesiones yo la veía cuando fui un niño. En ocasiones fuimos y amanecimos en ceremonias y ellos cantaban y tocaban palos”.
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